Hablar de Evergrande, es hablar del segundo grupo inmobiliario más importante de China. Allí radica la importancia de su “posible quiebra”. En los últimos días, sus acciones se fueron en picada en la Bolsa de Hong Kong, equivalente a la pérdida de unos 25 mil millones de euros, lo que la ha convertido en la inmobiliaria más endeudada del mundo.
Si el gobierno chino decide enviarla a quiebra, estarían en riesgo más de 1.300 desarrollos inmobiliarios en 280 ciudades del país, por ser una de las principales y mayores constructoras. Y Evergrande no solamente es reconocida en este sector, sino que además se dedicó a buscar financiamiento para diferentes proyectos: parques de diversiones, embotelladoras de agua, vehículos eléctricos y hasta un equipo de fútbol.
Para salir a flote y seguir funcionando, depende de la preventa de los activos inmobiliarios que posee, las que se han ido ralentizando a raíz de diferentes factores. Al no generar ingresos, no puede pagar a sus proveedores, no puede seguir construyendo y no puede seguir recaudando más efectivo. Un círculo vicioso que ha provocado, inclusive, manifestaciones de las personas que aún esperan mudarse a sus nuevas viviendas.
Y ¿cómo podría afectar esto a Chile? Pues Evergrande es una de las principales empresas compradoras de commoditys como el cobre, lo que podría repercutir, a nivel de la economía local, en el alza de los gastos comunes, si hablamos de la industria inmobiliaria chilena. El caso de Evergrande puede tener un efecto dominó gigantesco, por eso están todos los ojos puestos en ellos, pudiendo inclusive arrastrar a compañía de diseño, construcción y materiales a la quiebra junto con ellos.