Vivir en un condominio o edificio implica, entre otras cosas, aprender a interactuar de manera respetuosa con nuestros vecinos. Por más que existan múltiples herramientas y sistemas tecnológicos para facilitar la convivencia, la responsabilidad de vivir en armonía, está en los mismos residentes.
Ellos deben conocer la ley de copropiedad y por sobre, todo el reglamento interno de su comunidad.
No es responsabilidad ni del conserje ni del administrador, pues ellos cumplen con otras tareas que van en la línea del mantenimiento y control financiero de los activos inmobiliarios.
Los inconvenientes acerca de la tenencia de mascotas, como también los que tienen que ver con ruidos molestos, deben ser resueltos entre los vecinos con empatía, cumpliendo con los reglamentos de copropiedad.
Según expertos, la clave está en entender que no vivimos solos, por lo que la buena convivencia no puede basarse sólo en un reglamento.
Además aseguran que, las normas escritas son esenciales e irremplazables. Sin emabrgo, ‘en muchos casos, el reglamento por sí solo puede evitar problemas o conflictos, pero hay veces en que no basta y se requiere la interacción directa y una respuesta empática y llegar a acuerdos.
Este documento está hecho para regular el comportamiento de los vecinos, pero ellos mismos lo pueden modificar en asambleas extraordinarias, ya que al final, es la comunidad la que establece las reglas del juego.
Y es que vivir en comunidad implica ser tolerante, respetuoso y empático, porque no todos los hogares tienen los mismos estilos de vida.